sábado, 29 de enero de 2011

Ideas sueltas, sucias y retorcidas

He decidido no escribir para nadie mas que para mí misma, mis palabras serán ahora mis mejores armas y aunque he dejado de lado por ahora la escritura, las mantendré siempre en el bolsillo y las arrojaré al mejor postor o al más idiota, siempre funciona. A veces me pica, tengo sed de escribir y cuando intento no logro romper el hielo, algo me reprime y me impide desfogarme, siempre he sentido que no hay mucha coherencia entre lo que pienso y digo, es como un bloqueo automático que no me libera y lo peor es que la fecha de garantía ya venció hace mucho tiempo.

Sigamos con mi sed de escribir, irónicamente disminuye en verano y aumenta en invierno, por eso siempre me enfermo... le pongo mucho hielo a mis ideas hasta que se congelan en mi cerebro y me da dolor de garganta. Digo... pastillas y tengo sobredosis de panadol o griparin o golpeame fuerte, eso siempre funciona, así reacciono más rápidamente. Digamos que soy enfermiza porque no controlo mi sed veraniega en el dolor del invierno, algo así. En verdad no me gusta el verano... osea pajita pulenta estar en la playa, uno se baña... se engoma de esa sal deliciosa y se pega a la ropa más fácilmente... rico rico si incluye castillos de arena bañados en agua o sandalias perdidas por la marea alta pero lo mejor del verano? LA NOCHE... la noche lo es todo menos día, recostarte en la arena vencida por el paso de la marea turbulenta que conforma la masa humana y ver la estrellas... y que bonitos puntos de escarcha que aparecen en cielo, se mueven al compás de tu ritmo y tus dedos no alcanzan para contarlos... se escapan de la escoria social, son los únicos inmunes a nuestra falta de compasión, como los envidio... si tan solo pudiera cogerlos y meterlos también en mi bolsillo, así tendría un ejército completo... completa la armada lista para atacar con la palabra de nadie... porque nadie tiene palabra y labra con ella la tierra desierta.

El único problema que tengo es que yo no sé luchar... la guerra me reprime y me deprime, no soy una buena cadete... nunca aprendí a amarrarme los cordones del zapato y me caería ante el enemigo... pero nunca caería de rodillas, caer de rodillas es de cobardes y no señor, yo no soy cobarde. Me gustaría que mis enemigos fueran chiquitos así también podría cogerlos uno por uno y guardalos en el bolsillo, jugar con ellos a las peleitas y fracturarles las piernas porque no soy de origami ni de wantan ni de chijaukai, son veteranos de guerra con piernas y brazos de goma... y la goma se dobla y lo que se dobla puede fracturarse. Pero no me culpen... nunca quise ocasionar una tercera guerra mundial, soy inocente en todos los cargos que existen soy inocentemente triste en cuatro paredes que no son blancas sino de colores muy llamativos y me absorben en su arcoiris infinito...mi color favorito siempre fue el morado y sé que mis soldaditos estarían morados si murieran en la guerra... combinarían muy bien con mis paredes, lo presiento.

Sé que todo lo que hablo no tiene sentido más que en mi mente, pero no puedo evitar mostrar todas las ideas que cruzan por mi mente y cuando mi ejército esté listo no quedará más que decir BANG, a vencer con la palabra tantas veces inútil, pues una sociedad como la nuestra... la violencia consigue seguidores y quizás tapas de gaseosas destapadas más velozmente (Un poco de fuerza siempre es bueno)

Y aquellos que siguen el plan zanahoria les recomiendo un poco de espinaca, que también es buena y según dicen te hace fuerte... sigan con su estúpida violencia, vamos maten gente...¿sirve más que la palabra, cierto? pero ¿Saben qué? No lo pueden guardar en su bolsillo y en tiempos tan minimalistas, yo iré armada de mis lindos y útiles preescolares, aún son niños pero en un futuro crecerán y cuando llegue ese día, donde finalmente la ignorancia sea vencida, nadie podrá detenerlos.


¿Mis próximos planes? Comprarme pantalones más anchos para guardar al mundo en ellos.

miércoles, 5 de enero de 2011

Sin título 2

Lento el dolor que desgasta el cenicero,
En el mar de rastros grises hundido,
Cada llama extingue el hondo silencio
Y cada silencio, un llanto mío.