jueves, 10 de febrero de 2011

El ocaso del andante

Tener en el sonido de sus voces eterna compañia,
Aguarda el alma fría de un enfermo solitario.
Lo mecen las agujas rezagadas por el tiempo,
Suave bamboleo de un porvenir sin futuro

Murmullos que lo aferran a merced del viento,
Resuenan entre luces, el claro y la redilla
No se extiguen ni se atenuan mas flamean ya raídas,
En el último clavo de la cordura prudente

El eco de sus pasos revela la hurtadilla,
El trote apresurado, coraje avergonzado
La ida de un hombre ido por sus propios lazos
A un mundo sin perdón o mesura oídos

lunes, 7 de febrero de 2011

Quemando etapas, encendiendo nuevos cigarrillos

Quemar etapas, en eso se resume la vida. Ya sea del juego a la resta o de la siesta a cinco minutos más, lo cierto es que de la noche a la mañana, sin darse uno cuenta, nuestra etapa escolar se consume. La promoción, los viejos profesores, los amigos y los que no tanto se disuelven, en muchos casos, rápidamente.... cenizas de 11 o quizás 12 años que partieron antes que llegar y nos dejan otra vez solos, en pañales, aprendiendo a dar nuestros primeros pasos. Dicen pues, que el que no tropieza jamás aprendió a caminar ya que, en esta primitiva lucha, los retos se estampan irremediablemente con nuestra ficticia burbuja social.

Hoy me tocó empezar a mí la travesía y créanme que es sumamente fácil perderse en el camino, tantas rutas y atajos para tomar, tantos errores que cometer, tantas dudas y preguntas para hacer y tan pocas respuestas en la orilla. Siendo sincera, salir de la rutina deja de ser una molestia, siempre preferí lo inesperado y excéntrico, las llaves colgadas en la puerta, la llamada perdida en la mesa. Ahora solo me queda remar, lenta y a paso firme, hacía mi propia isla desierta... juro no quedaré varada a mitad del trayecto.