lunes, 26 de noviembre de 2012

Tú: Antes.

Mi cerebro ya no piensa, soy una cajita de leche chocolatada con acupuntura de tinta fina. Hoy mi pasado se volcó sobre la mente, mejor dicho ayer, mejor dicho mientras comía un tutu de lechuga orgánica. La gracia sobre el escenario, la grasa de la gracia, nosotros no deberíamos utilizar tenedores, me dan mucho miedo. Las armas sobre la mesa, un poco de sangre cae sobre el mantel y en mi estómago se desata una guerra nuclear.

Reconstruir tu pasado no te hace ser quien eras antes. ¿Es tan difícil entenderlo? Nuestra humana necesidad de aferrarnos a algo o alguien para sentir que las cosas no cambian de color, que sigue existiendo un piso debajo de nuestros pies. A todos nos gusta hincar en el mismo sitio, sentir el confort del ayer aunque nos hundamos en el presente.Las conversaciones del parque por las tardes, las madrugadas (des) esperadas, las rutinas que surgen del bolsillo en las mañanas en las que no hay sencillo.  La misma gente, con sus mismas frases en un aire que más huele a guardado que a nuevo. Estar en el mismo lugar diez años atrás pero darte cuenta que ya no cabes en la silla, que ya no entras en las piscinas de pelotitas que antes te parecían un torbellino.

Como la música puede trasladarte a viejos recuerdos, en un compás, cuatro rezos. En una canción, mil verdades.
1,2,3,4,
   2,2,3,4,
         3,2,3,4
            4,2,3,4, 5,2,3,4,6,2,3,4.
       
Extraño los días en que me enredaba con los compases y me encerraba en el salón a hacer música, sonidos bucales que estrangulaban mis pulmones. El mi, el fa, el si de mol, el do por qué... pequeños instantes que nos dejan bañadas de dicha el alma para luego desaparecer en adiós efímero, que vuelve y retuerce el alma de vez en cuanto, como un tornillo, con un chinche en el zapato. Imperceptible, pero cierto.

Vivir atrapado, es cruel y necesario. Aunque sea un instante, sentir el péndulo que bien decías se encuentra encima de uno, yendo y viniendo, mientras el tiempo se mezcla una y otra vez. Pero ¿Quién define qué es pasado? ¿Qué es lo que existe? Periodificar la historia, fragmentar el tiempo, son cosas que no me gustan. Por eso odio mi celular (Se siente bien, salvo el tener que ir a una cabina/locutorio/violatorio/centrodepornojapones de la esquina porque no encontrabas a nadie)

Creo que por fin lo estoy aceptando, vivir de recuerdos no siempre es saludable. A algunas cosas hay que dejarlas ir, lo demás, bueno, seguirá latente. Prestarles atención, asumo que ese es el primer paso. Lástima que nunca te des cuenta de las cosas. Ellos tienen razón...

Algunas esperanzas pueden debilitarse a través del tiempo (Nuestro tiempo), la rendición es innegable cuando el hilo mental nunca toma forma, cuando sólo divaga en ideas dichas en voz alta mientras el señor de la esquina silva algo que no logra procesar. Ideas sueltas, masturbación de lámparas mágicas (No digas que no tienes suerte), hablar y no querer hablar, un inglesportuguésespañol que carece de sentido. Eso es, neologismos foráneos en búsqueda de pertenencia. Yo, jugando a ser alguien, cuando aún no encuentro la partida. El punto, el otro punto, los puntos suspensivos, dos tetas de ida y otras de vuelta (Jamás entenderé la magia de los simbolismos matemáticos) La música de circo me da muchísimo miedo, el payaso Ronald Mc Donald me parece un violador y sus amigos no tienen nada de infantiles. Corazones rotos, mentes abiertas, brazos cerrados. A eso le llamo comprensión.

Mientras comía payasito, me di cuenta de eso. Lúcuma con chocolate, excelente combinación.

Mother should I build the wall? Poles apart, I know it's over but there's a light that never goes out.






domingo, 4 de noviembre de 2012

dolores del cuerpo

Las coincidencias son totalmente estúpidas, por no decir deprimentes, por no decir lágrima que baja por el ojo hinchado por no usar lentes. Últimamente ya perdí la costumbre de ver bien, hace un mes me enteré que los lentes se rayan y oh sorpresa en los míos puede jugarse sudoku tranquilamente. Por eso ya no los uso. Mi madre hoy me dijo que me iba a quedar ciega. Yo le creo. 

La espalda me arde tanto, es como si viera algo subir y bajar por mis venas y arquearse hasta que el aire no entre es mis pulmones. Lo peor es que sé que debería tratarme pero a veces el dolor físico es un buen acompañante. Quiero que un chino camine sobre mi espalda con los mismos pies que amasa el wantan que está sobre mi mesa. Mis pulmones, otra desgracia. Este parece un discurso de una abuela hipocondríaca.  Sobre todo cuando el espíritu deportista renace luego de explicarle a un niño obeso que los juegos olímpicos griegos eran muy cheveres y que todos corrían desnudos agitando sus penes sobre la pista. Claro, porque los agones y Zeús y Hércules que seguro se inyectaba esteroides, recuerdame jamás ponerle Perseo a nuestro hijos. Es todo un dilema cuando el cuerpo te juega esas trampas. Un periodo puro de descenso  un poco de humo y moco petrificado. Espectro patronus. Petrificus padrones. Son adicciones totalmente mortales y comprensibles pero cuando el cerebro se ahoga en el sudor de las manos, cuando las ideas se reprimen y se esconden en la misma excusa, en la misma alfombra vieja, se vuelven realmente estúpidas.

De seguro hay mucha estupidez en mis palabras pero me gusta decir estúpido porque me suena a escupido y eso a escupitajo (Lo siento cupido, nada que ver aquí) y a saliva y luego a amilasa, y bueno a PH de impresoras con células obesas que mitosean en todas las partes de mi cuerpo. Un pegaloco de palabras, una cajita feliz que ha bajado de precio y una leche chocolatada que compro todas las tardes para sentirme en casa. El sonido de la cañita bajando por la lengua, el crunch crunch que no le gusta a Timaná. 

Las construcciones una vez comprobadas pueden también ser bastante decepcionante. Lo constaté este fin de semana, odio en sus palabras. Las nociones que guardamos sobre las cosas que queremos o que no conocemos pero aspiramos a conocer pueden ser entristecedoras. Pero sí, igual a uno lo deja anonado, adodado, adoquín de hielo que nunca aprendí a comer sin marcharme la blusa. El poder el del pensamiento es sumamente fuerte como mi mamá sacando brazos mientras prensaba la vida, sobre todo cuando no se piensa en huevadas que no pueden adquirirse en quality products. Debería haber un pañuelo automático cada vez que te baja el moco. Escogí el peor momento para enfermarme.

Por ahí me dijeron que aproveche las casualidades, uno nunca sabe lo bueno que puede salir de ahí. Yo no les creo, esa clase de encuentros son una advertencia. En verdad me cago de sueño, de hambre y de tos y hay un jager a mi costado que no puedo beber. Es como un cuerpo cilíndrico (O bueno, no sé de formas) que me hace la invitación. "La cama nos hacia una invitación". Ajá, que bonito seria despertar con un jager o no despertar, pero mañana tengo que llegar a las ocho a mis clases de economía. Y quizás, sólo quizás, desde la próxima semana casi todos los días a las siete. O la vida me odia o mi cama no me quiere. Que feo duele el alma, en serio que feo. 

Ay si soy emo, chevere pes. 



domingo, 14 de octubre de 2012

ajá

Sí, definitivamente fue una quimera, o dos o quizás tres, ya perdí la cuenta.
En la intimidad se descubre el misterio, la razón o el vacío.
Creo que fue más de lo último.
Y digo más, porque todo fue un sin sentido.
Ninguna palabra, ninguna.
Todas son construcciones.
Siempre, siempre lo mismo.
Que inútil
Cuatro meses
Y ala mierda, aún vienen más.
Qué macabro.
Ojala algún día mueras, que se la beban, total lo naturista está de moda.
Arrancarte los sesos, reventarte las venitas del cerebro.
Eso es. La sangre azul.

jueves, 11 de octubre de 2012

Bon apettit

Dos días y ninguna palabra
¿Cuando volverá la infancia gatuna?
Es como si el alma te amarrara la boca
Como si hablar hundiera un poco más el clavo que llevamos en la espalda
El clavo, que, a veces rosa, a veces crochet.
Reposa en la amargura de tus dientes amarillos
Y retuerce los sueños ya jorobados por el tiempo.

Ya no tengamos vergüenza.
Ni dolor, ni aspirina,
Dejemos los zapatos en la puerta de la casa,
Mirémonos a los ojos, de frente y de salida.
Y es que tu cabeza gacha es un garfio que despedaza el silencio
El motivo, la charla.
Tu cabeza un jardín de melancolía
Y mi saliva un elixir frío que raspa la piel
Y así seguimos, desafiando el tiempo
Mientras la noche nuevamente nos cae encima
Con sus pinceles improvisados,
En esa sala vacía que tantas veces nos vio llorar.

Tengo miedo.
De ser sólo una ajena fragancia a la hora de la cena.
Un mordisco de pan tieso sobre el mantel
He visto al niño de la esquina llorar migajas de papel,
Deambular entre fotos familiares,
Y diluirse en las lenguas serpentiarias,
Que se alzan azarosas en los recuerdos del pasado
Y lamen las heridas de la despedida


No quiero eso.
Te has perdido en mis ojos vacíos
En las hendiduras de mis labios violentados por la palabra
De este miembro muerto que cuelga sobre el rostro
Y se rompe en las caderas de tus amonestaciones.
Pequeño, microscópico, objetivos y oculares
El cuerpo yace retorcido,
Cae sobre el suelo.
Y el frío me abraza como a un niño desnudo.
Como a un hijo que nunca sació el hambre de sentir.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Mierda.

Se acabó ese juego que te hacía feliz.

Se acabó. Uno que cree en las coincidencias, en esas cosas que se leen junto al café de la mañana y las pantuflas perdidas. Y son tan solo una invención más de la imaginación que cuelga bajo el brazo. Los lugares, los encuentros casuales, la estadística, probabilidad del evento (A) sobre un espacio que no recuerdo. Pero así es, la mente fabrica más de lo que observa, las cosas que son pueden pretender ser al mismo tiempo.

Sí se puede querer a aquello mismo que te perturba.

Y uno es masoquista y no sabe jugar gun bound. Si se puede querer porque lo necesitas, porque te cuesta renunciar, porque es una dependencia dolorosa y necesaria, el sabor agridulce que queda en la boca luego de apagar el último cigarrillo. Te pasas la vida analizando a la gente y es gracioso que no puedas empezar contigo misma. Crees que te conoces, pero no sabes ni si quiera tu nombre. La identidad de escapa de las alas, te ves bailando ballet sobre su sangre. Sabes que existe, pero no lo admites. Sabes que aparece, pero no quieres verlo. O quizás sí, pero no quieres saber en qué puede acabar eso. Te da miedo, te cagas de miedo. Desear no siempre es bueno, los pedidos últimamente se cumplen muy a menudo y cada vez me asusto más del poder de la mente. Lo perturbador atrae, exalta pero también mata, hace temblar el ápice de las espinas que yacen sobre el cuerpo. Y a ti no te gusta el pescado, y es como si todo fuera más rápido, como si estuvieras apunto de perder el control. Por algo aún no sacas brevete, por algo, ojala se te vayan los frenos. Ojala se te vaya el alma de una vez, deberías dejar de apretar el cinturón de seguridad por algún día en tu existencia. Sólo un día, el monstruo no tiene que salir de nuevo. Ya está amaestrado ¿En serio crees que lo está? Te vas en floro. En serio.

Tranquilidad,
Un ambiente mágico y sexual
Unas manos cálidas que bajan por tu pelo, que cogen tus hombros y los tiran para atrás, que alivian ese dolor que tantas veces te hinco esta mañana. Es difícil volver al equilibrio, evitar el aborto. Es cierto que las heridas duelen, es cierto que la soledad esgrime su mejor jugada cada fin de semana. Que las personas no responden ya por su nombre, que son más las espaldas vacías que los ojos los que ves últimamente. Son tantas cosas las que una arriesga ¿Y qué obtiene a cambio? Un aplauso, un hálito de bilis, una mordida en el esternón. (No, yo no tengo cicatriz).


Y la gente camina loca, ríe, se coge contra las mismas cadenas que tantas veces azotaron sus torsos desnudos. Yo no puedo evitar esbozar una sonrisa mientra todo pasa, mientras todo sube a la cabeza y baja de golpe. No puedo evitar un pensamiento psicópata, me perturban las personas con caras de ojos de peluche, pómulos glucosos, miradas perversas y tanto relleno que sacar de las manos.

Algo de pena, ¿Por qué? ¿O es que acaso las cosas no son todo lo contrario a lo que uno quiere?

El sudor empapa las ideas, el acto, el silencio.
El sudor y tantas cosas
Yo ya he vuelto a lo mismo
Todo es redundancia en esta boca, absolutamente todo.
Pensamientos en español, en idiomas que son de otro país.

Caminábamos sin buscarnos pero sabiendo que caminábamos para encontrarnos.

Caminábamos, caminabas, hoy camino.

Sí, sí debo salir de la melancolía. La pregunta es ¿Cómo?
A veces me pregunto si se puede abandonar todo lo que se acarrea o todo esto que escribo es una excusa para no verme más débil. Tomar una decisión, o dos o tres,

Me doy risa, en serio me doy risa.
Las promesas de hace un año se desvanecen de nuevo, los discursos elaborados son cedidos a mis dedos golpeando el teclado fuertemente. Como si nunca podremos tener elefantes de guerra, como si nunca antes los tenedores hubieran sido tan útiles. Las hojas bond. El hambre vomitiva. Las arcadas de un cuerpo con ataques nerviosos cada vez que pasa lo mismo. El cuerpo se agota, el radio se cansa, las caderas aflojan y las luces caen encima.

"Con los ojos cerrados me ves mejor.
Yo comprendo tu llanto, la vida y el dolor
Como amo sus caras aunque a veces me den temor"
Tus canciones son precisas, tan perfectas, tan hediondamente cierto.

Bueno, supongo, ¿no? (Risa)
No, no sé (Risa II)
Pasas otra vez.
Huida.




jueves, 27 de septiembre de 2012

Chuculum a la izquierda

Es innegable el uso recurrente que han tenido los animales en la literatura, los medios de comunicación y la vida en sí. Desde el lobo pedófilo de la Caperucita Roja, pasando por los tres chanchitos con obesidad mordida y frustración de arquitectos hasta el raro y comestible barney el dinosaurio, lo cierto es que todo estos personajes de alguna forma u otra han influido y marcado nuestra infancia. (Y si no, declarate infeliz) A pesar de que en la actualidad, considero, que el paradigma del animal perfecto [De colores, olores y muchos sabores] se ha transformado hasta adquirir panoramas donde la creatividad y las sustancias radioactivos no son distinguibles, la figura animalesca sigue estando en los ojos y bocas de todos [Nada de zoofilia aquí, por favor] 

Hoy mientras conversaba con algunos amigos, nos dimos cuenta de que su presencia ha trascendido el plano infantil y ha incursionado fuertemente en la música, y en ella, en el famoso y últimamente oxidado reggaeton. Creo que es algo obvio por sí solo y quizás el argumento caiga por su propio peso pero lo cierto es que muchas de las canciones que sandungueas, choquehueseas y disfrutas mientras tu columna adquiere nuevamente la postura de un astrolopithecus (Quien sabe si ellos fueron los primeros bellacos, ahora que está de moda la onda retro) tienen un zoológico dentro. 

La construcción del género a través de la música es sumamente interesante, la presencia de estereotipos tradicionales  contrasta con un estilo de música que se declara como urbano y nuevo (Aunque mi viejo jure que se sabe todas las canciones de perreo) y esto lo evidencian las letras que coreamos de memoria. La mujer sigue siendo vista como un objeto sexual y ciertamente multifuncional (Sí, te chupa, te lame y te besa al mismo tiempo) y muy elástica (Se pone en cuatro, le da hasta el piso y la rompe completa). Basta escuchar algunas canciones como Gata Celosa, Gata Fiera, Agresivo, Perra Palga, El conejito, La Vampiresa, La potrona o el inolvidable Chuclum (Reviéntale el buche, toma!) por citar algunos ejemplos.

Me gustaría poder escribir un poco más sobre esto o analizar canciones pero tengo que admitir que mi cultura reggaetonera anda medio olvidada. Así que amigo (a), bandolera o bandolero, si te gusta el saoco, el perreo intenso (Y con presa) ayúdame pes, yo pongo las chelas y hasta que duré el yoki yoki..

Los dejo con mi canción favorita:





domingo, 23 de septiembre de 2012

Euforia lejana

"No quiero conocer a nadie. Quiero salir a ver la calle"

Que bonito es todo esto, la fotografía perdida de una euforia lejana. Como una instante grabado, la extensión de un cuerpo desvencijado por el tiempo que aparece reluciente en un lente empañado. Cuanto pueden decir las palabras, las manos atrás de la espalda y el caminar apresurado. (Dicen que camino gracioso, yo les creo). La postura, "mitad despierto, mitad dormido" los ojos mudos, oídos abiertos.

Las risas aterrizan de ambos flancos, yo me vendo por un poco de acelga mientras veo las caras tristes por la partida, barrigas relucientes y fotogenicas. Señale aquí, palpe acá. Yo nunca sé si podré verlos de nuevo. Me recuesto en tu vientre y es como si todo sonriera de nuevo. ¿Sabes? Soy un pequeño niño al que nunca le sacaron las caries. En mis piñatas nunca hubo dulces, ni globos, ni serpentinas. No, nada de eso. Al menos no que recuerde, al menos las cajitas felices no me saben a ti. 

La mañana arranca temprano, me come de a pocos. El desayuno se enfría, la madre grita por dios y por todos los santos que no conoce. Posiciones fetales que quedan constreñidas al borde de la cama, el primer paso sobre la luna, cinco minutos de fama y diez de olvido. Un ovillo de lana garfieldsiano. Medias sucias que se pierden bajo las piernas, teorías conspirativas de objetos que desaparecen para reaparecer. Últimamente me gusta dormir con la misma ropa, leve negación del pasado, mismo olor a pediatría. Me babeas la espalda, el codo, la mano de peluche sin relleno.

Hablando en serio, todos ustedes amanecen muertos, son de colores. Imagino que se rinden a placeres sexuales cuando las luces están apagadas. Digamos que un sentido personalista, autoritario, paternalista y todas las listas de palabras raras que se me ocurren cuando paso la puerta. Rabia de algodón.

Sus dientes se perdieron bajo mi ombligo, mis llaves en algún lugar lejano  (Candado roto).
Mis ojos tienen luces direccionales, nunca aprenderé a manejar.  
En un microscopio electrónico te veo mejor. 

Ser parte, lo tuyo es punto y aparte. Mirada seductora, diente torcido (En serio, debo ir al dentista). No, lo tuyo no es nada. Son tan solo puntos suspensivos, cadena de puntos, polímeros y aminoácidos, homicidios ortográficos secuenciales. Tirar una piedrita en el papel y splaf, splaf... que salte como en la lluvia... vuelve a sonar y cae. Así es lo tuyo, nunca aterriza. Nunca aterrizas. 

Ajá, pero claro obvio que lo entiendo. Y Lacan y Foucault, cuando la vida es más sencilla. Sí, perfectamente, nombres raros, largos y cumbrascosos (Y Linton y Earnshaw y o eras muy puta Catherine o no tenías identidad,) Lo que pasa es que todo da vueltas, es como si algo estuviera al revés, como el transportador que no apareció en mi examen de estadística, como si el moldimix hubiera dejado de pegar. La negación puede también ser aceptación, los días rojos y las promociones ideologizadas. Cerrar puertas y romper ventanas, siempre encuentras una forma de entrar. Sí y claro, los enfermos nunca terminamos ni terminaremos de curar ¿Hipocondría espiritual? Siempre quise aprender a tocar violin. 

La noche se cierra, el hambre es una armonía mortal, el mismo vaso de leche caliente que no sabe, la misma cuchara que se hunde en el paladar (Película asesina: Torturas con el vaso de leche) Sus palabras son ya muy distintas, sus risas un eco leve que causa cosquilleo en la profundidad de las costillas. Todo esto carece de sentido, ¿Profesor de lógica, por qué no me jaló? Un brindis y un regalo, un adiós y una pitada. La cama nos hacía una invitación. Secuela de la primera mirada seductora. Ponle like huevona. 





viernes, 21 de septiembre de 2012

Intervalo absoluto

La casa siempre te recibe vacía, el teléfono nunca suena y ahora ya nada te aqueja. Los sonidos duermen tranquilos al costado de la cama, todo esto es una mentira.



domingo, 2 de septiembre de 2012

Manual de instrucciones

Manual de instrucciones para no quererte,
Para cerrar los ojos cuando pasas a lo lejos
Para pensar que no existes cuando palpitas ahí presente 

Manual de instrucciones para no quererte, 
Para dejar de escribir palabras estúpidas que solo guardan sentido en tu nombre
Para que te alejes un poco más de lo que ya estás 

Desnutrición ilusoria, lo único que jode es que aparezcas en cada lugar donde intento no verte. En cada lugar, no sé si coincidencia o tortura providencial. A veces me parece que son ambos los que se funden, a veces me parece, pero yo ya perdí el sentido de las cosas. Una vez por semana, la incomodidad afloja tras un vaso, quizás dos, tras un hálito de humo, una tormenta mística. La misma historia, el mismo retorno, el espíritu nervioso que se acerca despacio, hace frío sin ti pero también contigo. Aún no sé que buscas, aún no sé que busco pero mantengo la esperanza, uno nunca se equivoca.

Y en el hipotético caso que todo se desvanezca, solo te pido que me dejes escribir. 

miércoles, 29 de agosto de 2012

Mira, yo que te quería tanto, sobre todo esos días de lluvias en que tus medias moradas resaltaban debajo del pantalón que nunca aprendiste a planchar. Yo que te quería, con ese pelo desorbitado que escalaba por las orejas y caía enmarañado hasta la boca de tu espalda. Y cada vez más descubro que eres una negación mía, una invención espeluznante, una pelusa debajo de la cama.

jueves, 23 de agosto de 2012

Versos varios, sonidos tontos

Cae el ocaso sobre las piernas peludas
Que buscan confundirse en el pasaje frondoso
Yo vuelvo a tu mirada distinta y me pregunto
Si realmente me miras
O si soy tan solo un objeto inerte
En ese horizonte lejano que inunda tus ojos
¿Será que no puedo mirarte a los ojos sin creer que jugamos a escondernos el uno del otro?
Tu voz es melancolía en los trazos que dibujan estas manos,
Estas manos que sólo anhelan ser una extensión intrínseca,
Un enmarañado de gentes, genes y sálivas varias,
Un vómito alcohólico que se desangra en estas líneas
En esta perfección negada
Porque esta alma ya no es mía ni suya 
La entregado a las sombras movedizas de tus manifestaciones
El origen de las cosas, la llegada del deseo 
Todo se rompe en la carne 
Que magia la que impera en estos retazos tristes,
En las caras que caminan y pasan de largo,
Y caen al abismo una y otra vez,
En las sonrisas desdibujadas por el miedo,
Por tu miedo y por el mío
Y por el mismo miedo hoy muero
En el deleite de la noche plena



miércoles, 8 de agosto de 2012

Fuga cerebral: El moco que desciende por mi nariz


Arcoiris chocolatosos 
Porno starwarsiariano 
Y canciones pegajosas 

Cosas que pasan un segundo, que se pierden en un instante y aparecen imprimidas en la mente en sueños tan lejanos y lujosos. Es tanto el moco verde el que emana en estos momentos de mis fosas nasales que empiezo a ser testigo de una inundación colosal y corporal, una fuga neuronal que desciende por mi nariz y se impregna en papeles pegajosos debajo de la cama. Me gusta toser porque así creo que escupo un pedacito de ti, masticado, devorado, pequeños germenes que avanzan y copan todo este vacío. Soy un disco rallado, una pelota de ping pong desinflada que suba y baja con el viento, con las flatulencias de señoras indignadas, soy tan solo una mancha verde en el papel que gira y se retuerce.

Las cosas nunca salen como uno espera, la espera no mata pero trepa lentamente por la garganta, se hace un nudo, una tortícolis diaria, una pose de yoga mal hecha y yo ya me cansé de pensarte, de conseguir la estrellita y comer el hongo mágico. Malditos juegos infantiles con mensajes subliminales, la espinaca nunca me hizo crecer y últimamente me he convertido en una lácteo-maníaca. Pung pung pow, pow pow pow cow, todas las cosas siguen su rumbo menos tú, como si te hubieras desviado y caído a un abismo (Una vida menos) ¿Quién eres? ¿Quién dices ser? Todo te parece igual, edificio tras edificio, paredes muertas, una insinuación callejera. Las cosas se vierten en un juego sin salida, en un mando, en una pausa, pero afuera todo sigue pasando. Yo ya no sé que escribo, solo sé que mis palabras salen de mi boca como un vómito a-rítmico ¿Del do al si cuantos ojalá? Como un deseo que sube azaroso y me consume, me repliega, me despliega, me abre de manos y de piernas y me dan calambres en los dedos pulgares cuando trato de escribir. Maldita obesidad hecha carne, carne hecha pan, metáforas que nadie entiende y solo confunden más el sentido de las cosas. 

El cerebro explota
Los días se agotan lentamente y corren desnudos por las calles desoladas 
Me proyecto en tu sombra, en tu risa
En la voz que aún no escucho
En la mano que aún no palpo 
La mente se da uno, dos, tres tiros
Balaceras existenciales de un ser que no existe
Reflejos fantasmales sobre la piedra
Y apareces en un lugar inhóspito 
Dos semanas y te difuminas en la noche
Tres y te borrarás de mi recuerdo 
Cuatro y mis dedos no dan para más
Y apareces en la copa, en cada conversación
Grito ahogado, pulso acelerado,
Choque de chachi carts en la esquina de la oreja  
Fetiches vitivinicolos 
Cuando vengas escupiré en tus uvas 
Yo solo sé cantarle a la muerte
Como en ese día gatuno 
Como la noche que aúlla para no saber que ha muerto

Silencio.
Respiro. Paz interna, posición de niño de primera comunión. Foto familiar, sonrían, digan chis, traguen aire. La garganta gruñe, la soledad araña, las palabras saltan de la olla y queman, duelen, se impregnan en la pie. El sonido aterriza, el moco se dispara, la gente se esconde y rehuye, escupo su sangre, juro los cubriré a todos con mi bufanda, nadaremos en la sombra del kleenex. 

Vestidos únicos,
Memes huevonísticos 
Bigotes engomados, 
Copias industriales,
Game off. 

viernes, 13 de julio de 2012

Merlot

El vino cae de la gota a tu boca, de tu boca a la mía, del silencio al deseo.


Y yo desde fuera sigo viéndote. 



sábado, 7 de julio de 2012

Ustedes tenían razón. 
Odio y miedo
Odio y hambre 
Hambre y sudor 
Sudor y carrera
Todo, todo. 
¿Por qué? 

viernes, 29 de junio de 2012

Palabra sueltas


Yo te he visto con estos ojos cansados en tantas camas vacías, en tantos aires oxidados que emergen del pasado. 

Yo te visto, y no te conozco, pero solo quiero quedarme con tu risa... con tu lengua, con ese diente amarillo que brilla bajo el sol, con un pedacito de ti en el bolsillo derecho. Que raras son las cosas, los signos que recorren el mundo, el sonido del zapato mojado que pisa la lluvia, las luces de la calles viscosas que emergen   ante mí. Extraño es que tú hayas aparecido, precisamente en este instante en el que necesitaba algo... alguien en que creer. Tristes, rotos, mis pasos me llevan al borde la de la vereda, al confín de los dedos que buscan subir por tu piel y te tocan, te desmenuzan, te destruyen para luego hacerte míos. Raras son también las palabras que no pueden salir de la boca en este silencio que gime por mi garganta mientras me consume la furia de no tenerte, de no tenerme, de ser un punto en las hojas manchadas por tu aliento. Y es que todo se consume en esta vorágine perpetua a la que llamamos vida (O muerte, o principio), el brazo rasgado que cuelga sobre la piel. Te apoyas en mi hombro y tiemblo despacio, y mientras tiritamos en este frío blanco y raudo... siento que te veo por vez primera. 


domingo, 24 de junio de 2012

Took the meat out of my mouth

Soy consciente de que debería estar estudiando para mis hermosos finales pero una fuerza extraña me trae aquí, ata mis manos a teclas difusas. Sé que más tarde no será lo mismo aunque la confusión se seguirá propagando por cada rincón de mi estúpida mente. 

Hoy no me toca hablar de teorías genéticas de despertadores ni menos de reencarnaciones en resaltadores que gimen al borde mi cama (Si buscan eso pueden cerrar los ojos o bajar al pequeño amigo de la mano derecha) Hoy no me toca hablar de tantos otros objetos inanimados que merodean en mis sueños y que tanto me fascinan y enredan. Hoy quiero hablar de mí. 

Todos mis amigos, supuestos familiares o cualquier otro espécimen humano sin nada más que hacer un domingo por la tarde y que viene a parar en estas líneas ciertamente inútiles, debe saber o deberá (en todo caso) que tengo tendencias adictivas. No por nada el cigarro, los fulls jeje, la carne y sobre todo el vino han sido mis mejores amigos desde entonces. Quizás es la ansiedad, quizás es la necesidad de llenar de alguna manera mi alma o de retenerla (No todos podemos abrir los ojos) o como bien dicen los que más me conocen, mi estúpida necesidad de complicarme y justificar mis impulsos. 

Es ciertamente impresionante como en tan pocos meses la vida puede dar un giro abismal y llevarte por senderos mejores (O quien sabe peores en el fondo) He renunciado a tantas cosas que antes me amarraban, a tantas bocanadas de humo que cual aire alimentaban mi sed. Llevo cuatro meses sin casi fumar y yo y mis bolsillos (Y todos los amigos a los cuales alguna vez les robé un pucho) nos sentimos realmente contentos de haber dejado esos veintecuerpocilindricos diarios. Admito que al principio sentía que me faltaba el aire, que extrañaba esas tardes afectivas en el gran parque en las que 10, 20 o 30 puchos pasaban desapercibidos. Admito también, que extraño esa sensación de ansiedad subiéndome de pies a cabeza, corriendo de un lado a otro en búsqueda de un puto encendedor o dejando de comer. Pero debo reconocer, al fin y al cabo, que me siento mejor. Muchísimo mejor. O al menos eso quiero creer, así que intentaré que no sean cuatro sino cinco o seis o quien sabe muchos más. 

La única parte mala de todo ello es que mi olfato super desarrollado ya no puede reconocer ese aliento biscoso a kilómetros de distancia y ha perdido la relación de marcas infinitas, tamaños varios que acompañan a esa dulce melodía nicotomana. (Nada de éticas aquí, por cierto)

Pero eso no es lo más importante, hoy en mi plato aconteció algo sumamente extraño.


No pude comer carne de res
(Intenten hacer ese silencio  o exclamación tan divertida de las películas baratas) 


No me pregunten por qué, porque mis hábitos canibales y yo misma no lo entienden y aunque suene ridículo,  me cago de miedo. Es cierto que he mejorado e un montón (Las ensaladas de 5.50 de la cafetería de letras y yo hemos desarrollado un vínculo amoroso) Caminar, correr, saltar, reservar mis chocolates favoritos para después y luego para después y después para nunca, ha sido un sacrificio que tuve que aceptar. Pero cierta parte de mi se rehúsa a aceptarlo.


No me arrepiento, las punzadas infernales se han desvanecido y ahora puedo pararme sin ningún problema. Los días se han encargado de re configurar mi pasión indómita, más de lo que alguna vez pensé. Verde por todos lados y árboles que yacen aplastados debajo del tenedor. Son los colores vivos y no muertos lo que recorren sutilmente mi paladar y descienden hacía abismos mejores. 


Todo se mezcla en un plato, en un segundo, en un bon apetite sin sangre.


Hoy no caímos en la orgía perpetua ni en la muerte lenta del banquete de Pessoa. Los golpes de estado mentales se han desvanecido. Cada uno ha tomado su rumbo o al menos, hasta que despierte de este sueño apacible.


Took the words (¿Or meat?) out of my mouth- Meat loaf










martes, 12 de junio de 2012

Agonía del resaltador al pie de la cama

Entonces te veo al pie de la cama, en la orilla lejana de sábanas tristes que hoy no abrazarán mi sueño ya perdido ni yo a ellas, de sábanas que tantas veces acariciaron tu pelo cobrizo engomado y rozaron tu piel con la mía, carne con carne, tinta con tinta. Ahí yaces, tendido y agonizando, a pocos metros... que digo centímetros... que digo medidas de 1.5 y miopías hereditarias que ven y no ven al mismo tiempo... que son tan solo respiros de una alma asmática en el invierno infernal de ventanas abiertas los que hoy me separan de ti. Echado... cegado por la luz mortífera de esta habitación mientras gimes gritos de dolor y cada arcada parece arrastrar un pedacito de ti. Y tú solo atinas a expulsar, una y otras vez, esos borbotones de sangre colorida (azul roja morada amarilla) que cuando niño tanto te gustaron, que tantas veces te hicieron brillar en la inmensidad de ese vacío de mentes rayadas y vidas cuadriculadas que fue tanto tuyo como mío.

Y entonces me miras asustado, con esos ojillos tiernos y tristes como quien pregunta ¿Y ahora que sigue? Tus pupilas hundidas palpitan tras tantas noches de viligia, nubes de café y polvo, noches donde soñábamos con ser dueños de la palabra. Yo solo te pido que te tranquilices, que después del dolor no sentirás nada y todo será un espejismo. Pero no puedo evitar este vértigo lento y eterno que escala mi garganta de pies a cabeza. ¡Cuantos has crecido! ¡Cuanto he crecido! Como olvidar el día en que te vi por vez primera, tú no me conocías pero me esperabas desde siempre. Estabas sentado tras una ventana empañada de murmureos y recortes de periódicos. La noche era clara como tus manos, como pocas cosas en la vida y mientras corría el frío, mi cuerpo temblaba huyendo de él cual espectro taciturno que camina bajo la taquicardia de luces fluorescentes, menuda orquesta que se alza en el firmamento. Estabas acurrucado, con la cresta colgando firme como siempre, y nos dimos la mano, el pico, la pata, la leve sensación de tu piel en la mía.

No sabes, no entiendes, no calculas en cifras decimales de tres dígitos y sombrerito períodicopuro como me duele verte ahí, así, aquí... arrastrado, partido, secándote los mocos verdes en los rayos de un sol que arde a tres metros cada vez más fuerte, calentamiento global y bloqueadores (O bien liquid papers) de segunda mano. Cierro los ojos para no verte pero aún te siento... explotas en un gemido magistral y fino, el indicio de una lágrima, el esbozo de un llanto reprimido y rompes en un balbuceo de palabras extrañas, de sílabas afónicas y oraciones roncas, de memorias perdidas en un rincón de la mesa de noche...

 Regocijo de orquídeas asesinas que caminan en la abadía
              Lengua de signos sordo-platónicos en la España medieval 
                        Supuestos de democracia y una belleza del cuerpo que dicen solo existe en la piel 
                                      Tragedias griegas en la esquina de la cama sin directv

Las palabras se mezclan en un vómito extrañado y saltan, vuelan para aterrizar de nuevo en tu boca. Tantas lenguas que han pasado por la tuya, tantos orgasmos palabraceos fundidos en tu saliva como un niño que recién aprende a nadar en el mar del saber. Tú los coges a todos y en todos has dejado la huella de tu paso apresumbrado a veces recto, a veces ondas altisonantes que marchan sobre ruedas. En todos lados, en todo momento, en cada línea que recorre mis ojos desgastados por tanto mirar, ahí te veré pequeño resaltador amarillo sin tapa. Pequeño ente animado que un día anidé entre mis dientes y consumí en la excitación de un alma desesperada....  pequeña alma mía que me conoce, que ha pasado por mis labios y pisado mis talones.

Un minuto de silencio por mi resaltador favorito, por aquel que me sacó de apuros y sonrojó a la blancura de páginas que yacían muertas.

Un minuto de silencio por ese resaltador que volvió a casa, que no se quedó varado en el camino como tantos otros que hoy viven abandonados debajo de un mueble o el pie de una acera, que durmió bajo el arruyo de una misma cama.

Un minuto de silencio por aquel resaltador que puede ser tanto tuyo como mío, que te mira sin pedir explicaciones... un consuelo, una caricia, quizás una palabra de aliento para mantener esa llama viva que hoy me tocó extinguir. 

domingo, 3 de junio de 2012

Agua hervida, corazón deshecho

Teteras revolucionarias que ebullen una a una en el fondo de la cocina.Tanto sudor que empaña la frente de quienes vivieron en el dolor y el resentimiento y ahogan a diario gritos sordos para el común de la gente, suplicios ahogados para ser, algún día, más que vapor y sombra.



viernes, 25 de mayo de 2012

Un paso en la madrugada


La madrugada baila sobre sus propios pasos y yo bailo en ellos. ¡Que hermoso el silencio que gime a estas horas! Me siento realmente privilegiada de poder disfrutarlo segundo a segundo antes que las avecillas que rondan en mi cabeza empiecen a despertar una tras una y dancen despacio desordenando todo a su paso. 

Que hermoso se ve ese panorama inmóvil, digno de un retrato, a tan pocos metros de mí. Esa ventana que divide la grandeza de la mortalidad, como si el tiempo pudiera paralizarse tan sólo un segundo para contemplar la belleza que renace y muere cada vez que respiro. Si la noche durara una eternidad, si las almas taciturnas desfiláramos sobre sus calles donde resuenan las voces del callejón perdido. Allá afuera la oscuridad brilla en su esplendor y que melancolía, que nostalgia de las noches serenas en las que caminábamos sin importar a donde llegar mientras el frío nos abrazaba como un hijo que busca a su madre. 

Contemplo esas líneas etéreas que recorren la vida, esos caminos asfaltados que nos llevan a todos y a ninguna parte al mismo tiempo. Desiertas, completamente desnudas yacen las serpientes débiles bajo mi ventana con sus lenguas de fuego adormecidas, tranquilas e inmóviles. Como me gustaría recorrerlas en este momento, tengo que admitir que me encantar tirarme en las pistas de noche y rodar como una niña que aún no aprende a caminar, luchar contracorriente para sentir el aire adverso, el sabor a la muerte invisible. Y esos semáforos, benditos semáforos que nos dan el pase a los transeúntes perdidos, mil veces rojos y amarillos y verdes en el cielo. Un punto para cada paso tintineante que se acerca al final de la avenida. Semáforos con taquicardia que respiran en las noches largas de soledad, única y maravillosa, sin que nadie les pise los talones, sin que nadie requinte por su lentitud o aclame la velocidad. Me gustaría saber cuantos semáforos hay en esta maldita ciudad, saltar de uno en uno, jugar a ser dios y observar esos cuerpos hepatitescos de formas y tamaños, de luces con explicaciones económicas neo-liberalistas que nos observan desde allá arriba (Tan pequeño tú y tan grande el resto) 

Me gusta este sonido extraño y sincero que se colma entre mis tímpanos, esta voz a muerto que me llena, un vacío sonoro que se cuelga en cada espacio y espasmo de mi alma de dedos a cabeza. Me gusta que los árboles lloren de noche una y otra vez, bañados en caspa, y que las plantas se doblen en mil poses extrañas, kamasutra herbáceo que se regocija en la noche y un poema biológico hartamente estúpido y divertido. Y las ventanas cerradas me dan la espalda, me empañan de cortinas y cerrojos mientras el cielo escupe de cuando en cuando sobre mi nariz y las nubes se esconden avergonzadas para no verme la cara, para no ahogar mis gritos de una vez por todas. Yo solo bailo en la madrugada, en este instante eterno que quiero aprehender con las manos muertas y tenerlo para siempre como el crayón del niño que tararea en la pared. Do re mi fa soooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooool (no vuelvas, por favor). Doy vueltas y giro bajo la noche, la noche es mía y espero la sea para siempre. 

Nada parece tener vida y yo lo siento más viviente que nunca. Yo solo ruego al techo que no te vayas, que no te escapes de mí como todo en ésta vida, que te quedes para siempre aunque nunca te llegue a ver, aunque todo esto pase adentro y no afuera y me aleje de ti tan solo unos centímetros, tan solo un pedazo de vidrio que marca la diferencia. Un pedazo de vidrio gris, una luna empañada empanada, un adiós desde la ventana del micro, un vapor que tesgirversa la vida y no permite apreciarla. Yo solo quiero que te quedes para siempre, pues no puedo asegurarte un mañana. 

Y así mientras el ruido comienza de a pocos, mientras las flatulencias nocturnas te surcan de arriba abajo con sus tubos de escape y sus luces de negro neón, yo asimilo que aunque quizás te escapes, un segundo me basta para verte con estos sucios ojos y sentir que nunca te diré adiós. Estos párpados se apagan uno a uno, pétalo a pétalo caen abajo cual flor de novato enamorado y yo con ellos me sumerjo en un sueño irreconciliable. Allá a lo lejos, el último faro ha muerto. 

Querido amanecer camina despacio pues ha llegado tu hora, mañana será otro, mañana tantas cosas, tanta prensa amarilla.... 

Mi cuerpo se desconecta de nuevo, yo ya no sé como darle cuerda.... no sé como armarlo de nuevo para seguir su sentido.

El telón cae encima mío mientras para muchos recién empieza

Un paso en la madrugada, un paso en falso en la cama y un tutumeme que no tiene nada tuyo ni mío. 

jueves, 24 de mayo de 2012

Oda a Timana: A quien nunca conocí

Nota: Lo que están a punto de leer a continuación no tiene sentido, no existe en ella una razón de ser y así espero que sea porque, de lo contrario, sería en vano. 


Eres la membrana celular de mi ser, 
Me acurrucas suavemente en tus dulces fosfólipidos
Cual fosforito de plomo quemado por el tiempo
Y me sostienes en tu citoplasma, 
Peso pesado que no ha muerto en el intento, 
De sostener el dolor del alma mía


Eres la carioteca que ilumina mis días,
 Y me resguarda del mayor peligro 
Llenando mi carioplasma con cada sonrisa (Cigarrillos incluidos)
Fundiendo mis poros en los tuyos
Pequeña alma gemela
Que danza rebosante 
En sacos amontonados sobre el abismo


Linda cadena de aminoácidos, 
De gliterol y enlaces peptídicos con sabor a Coca Cola,
Gran antítesis biológica la mía,
Que entre codones y anti codones,
Conforman recuerdos y se escapan en el humo
De una respiración cancerígena 

Juego con tu pelo como un retículo endoplasmático
Juega con los ribosomas
Y danzamos, tú y yo,
En un mar de iones, carbohidratos
Y lípidos acumulados
Que definitivamente, 
Me atormentarán en verano



martes, 22 de mayo de 2012

Ha llegado el día de no estar muerto

El chocolate caliente avanza azaroso por venas moráceas cada vez que el invierno se escurre por debajo de la puerta. Arterias hinchadas, excesos en la balanza y hebras heladas que brillan bajo la oreja. Mi estación favorita, sin duda, aunque por estas épocas el frío suela armonizar con la frivolidad de mi animo, grisáceo como  el polvo que se desvanece por debajo de la almohada.

Días en que las preguntas de siempre retornan de un largo viaje, con el pasaporte renovado y las maletas en mano, revoloteando en la oscuridad de un lado al otro y volviéndose en pesadillas que zumban en los ojos abiertos. Aquellas que quieren ser y no ser respondidas pero que marchitan el alma en cada respiro y la tiñen de estupefacción. Me parece oírlas a lo lejos, como un eco que recobra vida y se aproxima despacio, subiendo y bajando escaleras mentales. Cansancio y dolor, impregnados en el sudor de las sábanas muertas mientras una lágrima seca se resbala desde lo alto hasta hundirse en la sangre espesa y viscosa que repiquetea el corazón.

Son las vibraciones innatas que sacuden y disponen el cuerpo y lo invaden milímetro por milímetro. Son las sombras que arrastra el alma las que no me dejan dormir en invierno. Y así, mientras los pasos apresumbrados tratan cada vez más y vanamente escapar, clamo desde lo más hondo poder salir de esta prisión. Son las preguntas las que te acorralan cuando tú eres dueño de tu propia cárcel pero, creo, ha llegado finalmente la hora de enfrentarlas y extinguir las llamas de la idea o apariencia, ha llegado finalmente la hora de amistarme con el despertador y ceder ante el frío entorpecedor que por estos días hace que mis manos amarillas y rasgadas por el tiempo, tiemblen sin cesar. 

Ha llegado el día de no estar muerto, de volver a esa patria exiliada tan humana y corpórea, de llenar el vacío pues aunque lo múltiple suele ser muy gracioso y enternecedor, solo busco en el fondo llenar el único vacío. Hoy he dejado las ventanas abiertas para que pasen una a una las preguntas, solo espero que respeten el orden (Tickets en la fotocopiadora y aspiraciones políticas) y no entorpezcan más esta alma en amor de democracia. 

lunes, 7 de mayo de 2012

Y quien diría que los ojos caerían sobre la mesa, que los sueños se escaparían cada vez más y más rápido por las palmas de estas manos áridas que hoy intentan retenerlas mientras el tiempo terco se desvanece sobre las sobras resplandecientes de aquello que llamamos vida. 



sábado, 28 de abril de 2012

Caracol sin cólera

Es la necesidad de dejar un par de palabras que queden quizás en la memorias o tal vez perdidas en entradas antiguas las que me motivan a escribir antes de tomar otro libro. Tanto tiempo en mi estante y tantos intentos fallidos que no hicieron más que aumentar una empolvada postergación de casi dos años pero al fin me animé a leerte.

Y así mientras un paisaje monótono lleno de verde y gris aparecía en mi mente, te recorrí línea por línea.

Tus libros nunca me han decepcionado Gabo (para mí eres un amigo en la imaginación) y esta no fue la excepción.

El amor en los tiempos del cólera tiene un poco de todo, tu pluma mágica sabe plasmar la palabra precisa en el lugar correcto y atisba en el lector tantas emociones juntas y revueltas que a veces es difícil diferenciar la ficción de lo real. Florentino Ariza, muy sufrido para mi gusto, se encadena en una lucha interna que le costó más de medio siglo de vida en busca del amor o al menos reconocimiento de Fermina Daza. El idilio amoroso entre ambos jóvenes siendo esta aún una niña bañada en un uniforme escolar adornado de trenzas que leía la Biblia junto a su tía Escolática y él un sombrío joven que encendía las noches con las voces de su violin y su levita negra, nació para morir tempranamente pero lo suficiente para avivar en lo más hondo una pasión inigualable e impasible.

El amor que cosechó con tanto esmero y en secreto Florentino lo marcó durante toda la vida. Jamás rompió su fidelidad hacía Fermina (Por más inalcanzable que fuera) y aunque a pesar de los rumores contó con la compañía de numerosas damas (Leona, la viuda de Nazaret, Ángela Vicuña) nunca se comprometió a pleno con ninguna de ellas, nunca dio todo de sí pues reservó lo mejor de sus días a un romance impedido y ciertamente utópico. No obstante y pese a ello siguió fiel a su lucha y se entregó al trabajo para despertar caridad o si quiera una mirada afín. Ya sea como asistente, pasando a contador y finalmente director general de la compañía fluvial del Caribe, lo cierto es que fue constante y aún cuando esta en la completa viudez lo ignoraba y repudiaba, él nunca bajó la cabeza y logró de a pocos, entre tazas de té con cucharadas enzucaradas y cartas, iniciar una dependencia inquebrantable, una necesidad de aliento.

En definitiva, la relación entre el excelentísimo doctor Juvenal Urbino, dueño de títulos y estudios muylargosdenombrar y la amaba de Florentino sobrevivió a las adversidades más por costumbre que quizás por verdadero amor. La comodidad social convertida en una relación ejemplar, dedicación constante y una reputación intachable los convirtieron en embajadores y fundadores de cuanto evento e iniciativa. El resplandor y energía que emanaban les valieron la admiración plena de todos los ciudadanos, nacionales y extranjeros. Pero lo cierto es que en lo más hondo el amor se esconde y florece cual primavera, cuando uno menos se lo espera y ante corrientes que muchas veces se nos imponen. Y mientras el río corre, es izada la bandera de cuarentena, de resguardo y puertas cerradas bajo la penumbra de las últimas gotas de oscuridad donde el amor nace, renace y tintinea en la estrella más lejana.

Dos manos entrelazadas vencidas por las arrugas del tiempo, hueso con hueso y carne viva en un amor que siendo viejo aún aprende a caminar. Una respiración que marca el tiempo y se aviva orgasmicamente en una vida plena pues aunque son muchos los intentos de aplacar el sabor del amor oculto, son en esos pequeños e insignificantes instantes donde se define el destino.

La perseverancia espera y en ella la lucha del hombre se funde en una última e icónica sonrisa.

Pocas palabras y un gran sentimiento se van un pañuelo de ventanas y rollos de cámara.

miércoles, 21 de marzo de 2012

¿Quién despierta al despertador?


Ocurre que cuando esas bolsitas de sueños perdidos aparecen de cuando en cuando bajo mis ojos, llego nuevamente a la conclusión de que el sueño se escapó antes de tiempo y que por tanto, me espera un largo día. Minutos que caminan por sí solos y avanzan desenfrenados pisándonos los talones mientras nosotros, seres de más carne que hueso, corremos de un lado a otro en la búsqueda absoluta de la palabra precisa o el horario correcto.

El ir y venir de un lado a otro nos deja extenuados, la idea de levantarnos temprano suele ser aterradora y se asocia automáticamente con una ópera de bostezos, gritos y maldiciones (A lo que Carmina Burana). Pero si nos detuvieramos únicamente un minutos de "nuestro valioso tiempo" y pensáramos las cosas dos veces quizás nos daríamos cuenta y sin mucho esfuerzo, que hay alguien que se nos despierta día a día (Y por nuestra culpa, claro está) antes que nosotros. Me refiero al señor despertador.

¿Quién despierta al despertador?

Es una pregunta que para muchos puede resultar realmente estúpida pero que creo merece ser contestada. ¿Acaso se han puesto a pensar que quizás nuestro señor despertador es un desgraciado con alma de autodidacta y se despierta diariamente a sí mismo? Eso resulta sumamente curioso al constante que nuestro despertador cuenta a su vez con un reloj biológico.

Un reloj
dentro de otro reloj
dentro de otro reloj
queda la hora


¡Endoscopias a relojes enrelojados que caminan ofuscados bajo el aeropuerto! ¡Relojes con complejo de juego de mesa! ¡Alto ahí señor reloj, prohibido llevar manijas punzo cortantes bajo el pecho! Y a continuación el desbaratajo de una pobre alma que nació para dar las hora de su muerte.

Se me ocurre también que quizás ese sonidito aflautado que suele sacudirnos en las mañanas, cuando el frío mezquino se cuela por la esquina de ventanas malcerradas e impulsa ese vientecito suave que camina jocoso hasta la punta de nuestra nariz, no es más que un tierno ronquido de recién nacido que duerme plácidamente a nuestro costado.

¡Y que menuda manera tiene el hombre de callarlos! Especialmente cuando nuestras manos aún tanteando a ciegas, lo zarandean sin son ni motivo de un lado a otro. Esas que con dulzura (Y desinfectante, efectivamente) los acicalan a diario como un niño en sus noches más tristes y minutero después, los silencian para dormir en un sueño lindo y distante. Paros cardiacanos que han dado a luz en la más honda oscuridad y mientras el día pasa, otro acto de defunción con nombre y apellido queda en el aire. (Justicia por los relojes muertos, un vacío de silencio)

O quizás, nuestro nivel de indiferencia nos ha impedido ver que nuestros relojes son víctima de una cruel alergia. Los estruendos estornudos que solemos escuchar cada mañana son señales de alarma. Dicen nuestras fuentes primarias que una plaga de duendecitos azulejos emergen por las noches en nuestros profundos y



(c) Cosquillas.- ¡Sí, como lo escuchó C O S Q U I L L AS! resulta que existe un individuo aún no identificado conocido vagamente como duendecito azulejo que no sólo habita en nuestros sueños sino que tiene una fascinación por hacer vibras relojudos.


Pero, sin embargo, considero que sea cual sea la respuesta y efectivamente existe alguna, el estado debería encargarse de defender sus derechos. Los relojes despertadores mañañeros sucumben día a día a nuestro cruel dominio. ¿Quién nos ha dado el derecho a callarlos? ¿A ahogar sus risas y cantos en la profundidad del silencio? ¿Dónde queda la libertad de expresión? Henos aquí nosotros, los reyes tiranos, torturándolos a nuestros horarios de oficina, a cuanto plan cuadrículado surge en el pie de página, amarramos sus líneas y manijas a diario en fórmulas matemáticas sin ton ni son.










lunes, 5 de marzo de 2012

Medio escolar a cincuenta céntimos


Este sudor veraniego me empapa lentamente cada vez que tus manos sudorosas me arrebatan de señores diferentes. Soy igual a muchos pero a la vez único, mis tonalidades y palabras juegan de colores y aunque mido igual que ellos en el fondo sé que llegaré muy lejos (A donde tú me lleves, amigo mío) El calor se escabulle lentamente por debajo de tu sudor, lo recorre como un río caudaloso y llega presura a mis poros hojarescos. Muchos de los míos parten a diario... somos una tribu que líder ni destino, que se pierde en el vano intento de una revolución armada de bolsillos y alfeizares.

Somos una página que se arranca para nunca más volver y se pierde en esas olas tintorescas que llevamos marcadas desde nuestro nacimiento. Eso es lo que somos, esclavos del sistema. En manos de todos pero al mismo tiempo de nadie... volamos en palmas diversas, dedos maternarles que nos acogen tiernamente en su regazo y nos mecen ronroneando bajo la penumbra de un largo viaje; otras yemas duras marcadas por los trajines de la vida que nos despellejan la piel con tan solo rozarnos... grietas suyas y nuestras, de lado a lado corremos sin paradedo definido, desgraciados los hijos que no tienen a donde ir.

Si al menos prestarás un poco de atención a mi existencia, si dejarás de enrrollarme de una o cual manera y me quisieras tan solo un poquito pero prefieres hacerme bolita, mirarme de reojo con indiferencia y lanzarme como un proyectil que nunca aprendió a volar. Prefieres convertirme en un garabato indefinido, en un pastiche de letras pérdidas que no saben de coordenadas, alineaciones o fórmulas matemáticas. Y aquí estamos, hundiéndonos unas a otra en la inútil lucha por salir en la superficie mientras el ocaso cae por el alfeizar de tu ventana y la noche se vuelve dura y ciega.

El aire me balance de izquierda a derecha, de arriba abajo de cuatro a tres y siento poco a poco que mi respiración se agota en cada poro de mi alma. He caído en el inframundo de los parajes pasados perdidos, el destino de otros tantos que como yo nadan en rincones. Me he convertido en un pequeño triste rehén de estas paredes deformes y oxidadas que crujen cada vez que alguien las toca. Ustedes arriba están en la gloria y abajo nosotros, los desgraciados, solo queremos tocar el cielo. Todo es más oscuro y turbio bajo el calor de tus piernas.

Aquí no sale el sol, no hay invierno ni frío ni patria ni raza. El polvo nos baña con su suave aliento y sopla en nosotros el hálito de la muerte. Sí, somos las rarezas de un mundo que nos abandonó sin siquiera partir y hoy nos deja agonizantes en el mar indiferente de muchos que como tú, nos sueltan en paradas inconclusas (Semáforos con bebe baja). El fin está cada vez más cerca, la ilusión es tan solo un vaho difuso que cae sobre nosotros y vivimos rendidos a que un día tu palma tantee la nuestra y volvamos a ser uno en el mundo de los pasajes de micro perdidos. Esperemos que no sea muy tarde, señor pasajero, dama o caballero.



jueves, 1 de marzo de 2012


"Sólo sus ojos, frente a la neta negación del cielo esplendoroso, mostraban un dolor en el que latía una dramática grandeza. Tremaba en ella la agonía. Eran los ojos de la vida que no quería morir" (Alegría: 230)

Moriremos enterrados en esta tierra infertil
Que ha perdido el sabor y color de los días más tristes
Nuestros cuerpos nadarán bajo el sol abrumador
Cual olas de sangre seca ahogadas en la espuma
Sedientos y escasos
N o s otros (No les hagan caso, no son otros)
Los perros hambrientos

La satisfacción de leer un buen libro es inexplicable, es una cosquilleo que te colma de pies a cabeza... una estado de trance que no tiene inicio ni final y puede acaparar sueños bellos o pesadillas deleitantes. Ciro Alegría encarna ambos, autor peruano por excelencia, su corta obra narrativa fue suficiente para generar hasta un mundo apasionante y complejo.

¿Qué es capaz de hacer el hombre por necesidad? ¿Cúal es el límite entre hombres y animales? son interrogantes que aunque aparentemente predecibles, siempre rondan mi mente. A veces... a veces creo ser un animal con complejo de hombre, una especie de espía enmascarado que ronda las calles bajo una faceta humana y otras me detengo y me doy cuenta que quizás mi afán más hondo es ser animal. Animal y hombre, hombre animal... animal en hombros...

Las cosas que quizás hoy escriba carezcan de sentido, como todo lo último que viene surgiendo en mi mente. Soy una pequeña explosión de días fatídicos, de palabras que ya no encajan la una con la otra, de puntos que en vez de separar juntan cada vez más las cosas... de estados en coma y punto aparte.

Los perros hambrientos aullan bajo la noche y yo aullo con ellos, aunque no lo sepan, en mis sueños.

He aquí el esquema de algo que empezó y no debe acabar, al menos que me invada una nostalgia elefantística..


lunes, 6 de febrero de 2012

Caí en el pasto de nuevo


Brillas en la oscuridad de la piel muerta

Serena y tranquila,

Pequeña lágrima que adorna mis penas

Y me hace sentir vivo

Al menos un momento,

Tan solo un instante

Vuelvo a ser humano

Para caer de nuevo en el vacío

De palabras crédulas, renglones sobre la mesa

Y un adiós que partió desde el principio








lunes, 30 de enero de 2012

Para ti, Calvin.









Quise escribir esto hace mucho tiempo pero algo me lo impedía y aunque debo admitir que a pesar de que ya han pasado 03 largos meses desde que te perdiste, no puedo evitar sentir esa punzada desgarradora en el pecho cada vez que camino por tu parque, esa lágrimas que emergen al ver tus fotos mientras tu ausencia sigue presente en el aire y sobre todo la pregunta incómoda que nadie se atreve hacer: ¿Qué pasó con Calvin?

Es irónico pensar que apenas dos años atrás no podía ver a un perro ni en foto. Mi linda fobia era bien conocida por mis amigos y motivo de burla cada vez que paseaba o visitaba a alguno de ellos. Sillas, mesas, escobas, casetas de señores guachimanes con bigote y el truco oxidado de morderme la lengua eran mis mejores aliados. Como olvidar el sufrimiento de ir al parque de mi casa o pasar al costado del bóxer viejo y cojo que yacía recostado en la acera de al frente. Superar mi miedo no era si quiera una posibilidad y aunque todos consideraban mi fobia infundada y ridícula (¿Cómo le puedes tener miedo a un animalito tan lindo y cariñoso?), yo ya estaba resignada.

Y sí así estuve por más de 10 años hasta que tú apareciste. Agradezco a Johanna el día que me dijo que tendría a Calvin y aunque admito que el primer día solo ideaba planes malignos para sacar a esa cosa peluda que se había infiltrado en mi habitación, no me costó ni una semana agarrarte cariño. Mis amigos se burlaban... no creían que podría tener por dos semanas a un cachorrito de dos mesese incluso hubo un tiempo en el que no descarté estas opciones:

(a) Encerrarme en mi cuarto y no salir de nuevo (Si lo hice una vez por qué no de nuevo?)
(b) Rogarle a Johanna que por favor te lleve
(c) Fingir que te perdiste
(d) Regalarte, exterminarte o cualquier otra ruta de escape
(e) Todas las anteriores

Pero el tiempo me enseñó a quererte, a engreírte y joderte como nadie lo hizo. Sé que no todos entenderán el amor que se le puede tener a un animal o a un perro y me importa sinceramente muy poco porque no saben lo que se pierden. Nunca me olvidaré todas las veces en las que te quedabas despierto a mi lado cuando me amanecía estudiando (TOK, TLM, TISG, PI y II, EE) o llorabas toda la noche para hacernos compañía. Sabes mejor que nadie (O quizás no lo sepas) que aquí nunca hay nadie y eras la compañía perfecta para mis días, no me sentía tan sola... el silencio no era tan abrumador ni el miedo tan grande cuando te tirabas al piso para recibir cariño.

Y sí, eras un espeso porque a veces solo comías lo que te gustaba (Tu viaje con el entrenador por 10 días no sirvió mucho), bueno en verdad no comías, corrías cada vez que veías a un perrito (Y yo corría contigo antes de que te pusieras muy hiperactivo), meabas en cada microscópica planta del parque y por un tiempo consideré que estabas planeando un golpe de estado para quedarte con todo (dictadura mode on) pero no importa, así te quería. Así de jodido, engreído y flojo...

Extraño las largas caminatas por el parque todas las noches mientras yo cantaba en pijama y pantuflas y todas las personas me miraban raro, extraño tener que obligarte a comer o que me mires con recelo cada vez que comía carne, llevarte a la veterinaria para que te bañen aunque no quisieras y recogerte todo rapado y adorable, saltar por calles contigo y saludar a toda tu banda de caninos (Si que eras sociable) o cambiarte de nombre (Chelvin, Chalvin, Kevin, Teodoro, Calvin Klein) pero sobre todo extraño esa linda y peluda presencia en todas partes. Te quise y quiero porque jamás me hiciste daño y sé que nunca lo hubieras hecho, porque fuera de todos tus defectos caninos eras muy tranquilo (Menos con Natalia), bueno (No como tu destructivo hermano gemelo Alvin) y churro ,) por eso te exhibía en mi billetera y todos te conocían antes que a mi familia (¿Ese es tu flaco?)

Gracias por ayudarme a superar mi fobia sin si quiera proponertelo, por cubrir ese vacío que tanto nos hacía falta y cuidarnos a todos... especialmente a mi mami en tú ya sabes que feos momentos. Donde quiera que estés y si es que se da la bonita coincidencia, ten por seguro que todos nos acordamos de ti y nos reímos de todas tus locuras (Tus baños en el mar, el papel tirado en el piso, el día de la manguera, todas las camas mordidas que dejaste, tu complejo de spiderman) hasta mi mamá, que tanto te jodía!

Quiero pensar que no te he visto, que no te pareces y que no es posible pero en el fondo solo espero que seas... te adoro Calvin.