lunes, 12 de agosto de 2013

Pa la brasa


Entonces diré que ya no sé lo que hago ni lo que digo, que ya me cansé de etiquetar las cosas con nombres innecesarios. Se me ocurre que un día puedo ponerme post-its en todo el cuerpo, ahí les va mi protesta hipster. ¡Dejemos de utilizar nombres para llamar las cosas! Entonces estas líneas no deberían ser escritas en tanto tienen nombres y son identificables. Identifica las palabras, encuentra el sinónimo, el antónimo, la incoherencia. Que la Real Academia Española, que si no la usas entonces no escribas, porque lo que escribes son huevadas. Que el examen de admisión y el 50 por ciento, Marco Aurelio estaría orgulloso. El castellano estándar, el libro de Pinker y las clases de Chirinos con té adelgazante. Las jergas que debes y no debes usar para estar in. Osea dentro, osea traductor google para poner canciones en algún idiomarandom que te hagan ver chevere. No te creas:  La mujer de magia negra baila bajo el lado oscuro de la luna. Porque yo no te puedo decir amixer sin que te rías, porque te ofendes si eres mi casha y te tomo una foto pal feis. Entonces alcánzame la cosa, ayúdame con eso y tirame lo otro para que no te resientas o es que me debes repetir que debo hablar con propiedad? En la mesa no se habla de política, en la mesa se habla de lo que mierda me da la gana. Si al final lo lames, lo acabas o lo tomas ¿Por qué te haces tantos problemas? Me gusta ver como el lenguaje se deforma, como se deforma tu cara cuando hablo a mi manera. Como satisface necesidades que para algunos son precarias. La verdad no tengo hambre pero me comería las palabras y la vomitaría de a poquitos sobre la alfombra de seda que trajiste de los yunaites (¿Va con mayúscula?) Nunca me hicieron sopa de fideos. Una por tu papá, otra por tu mamá y otra por Martha Hildebrant. Vonapetit hermanos. 



Borrador.


El día que inauguraron el tren del pueblo, me llevaste a empujones por las calles vacías, vestida como una niña pequeña que recién aprende a andar. Ponte bonita- me dijiste- que no todos los días se ve al presidente. Pero yo sólo quería dormir. Un sombrero de paño azul hecho a la medida de alguna cabeza extraña y unos zapatos de charol empañados por el tiempo nos llevaron al desierto, allí dónde el sol no descansa y la arena se cuela por cada poro de vida. 

Si Tatita nos mirara desde arriba, estoy segura que soltaría una carcajada. Pero yo no creo en el cielo ni en esas cosas, esas son invenciones de Don Amador. A lo mejor y nos mira desde abajo, desde el centrito de la tierra, a lo mejor y ella es la que me jala los pies todas las noches. Lo juro papaito, yo la siento. Si tan solo estuvieras aquí, le zamparías un manazo y lo dejarías quietecito. El gobierno sólo viene a jodernos- le dirías- y yo podría seguir durmiendo bajo tus manos tibias. Pero él no entiende razones y quizás yo tampoco y creemos que ese tal Hilarión Daza nos llevará a algún lado, allí donde podamos hacer historia.