martes, 25 de noviembre de 2014

Té con kión

Es hora de tomar té con kión junto Alicia en el país de las maravillas y el conejo, pero prometo que este se quedará en la mesa y no sobre la mesa. Vivirá y tendrá un reloj al que no sabrá darle la hora y un atuendo que sólo usará los martes por la tarde, porque la pizza viene en dos por uno. Es curioso cuando las cuerdas del reloj parecen estrangularte despacio, como la corbata que youtube no te enseñó a anudar. Te pegan contra la pared y te recuerdan que existe un techo, un piso, un lugar donde poner tus dos piernas que caen como bolsas de arroz bajo tu cuerpo. No eres un maki pero pareces uno, te gusta el invierno pero piensas en verano y todo se desvanece de nuevo.

Aprendí a ser formal y cortés. Cortándome el pelo una vez por mes. Y se me aplazó la formalidad, es que nunca me gustó la sociedad.

Entonces piensas si es hora de despertar o seguir viviendo los sueños que inventas ilusamente con las crayolas del tercer cajón, si la almohada de plumas de ganso dorado que compró Mamá Marcia en Wong vale o no la pena o si asomarte a la ventana y ver el malecón sirve de algo más que llorar.  Pero acá no hay neblina, ni malecón, ni historias tristes, ni noches con vasos de ron para ver el amanecer. Igual me gustaría inclinarme por lo segundo. Sentir la neblina en la cara como si alguien te soplara desde el otro lado (O al otro lado del río o Bran Stark en Queenscrown) Tenerte tan cerca y al mismo tiempo tan lejos de mí. Sentir tu respiración pero no sentirte, tocar mi cuerpo vacío, caminar en la neblina hasta perder la noción de lo que soy, lo que me conforma. Así es cuando la distancia se interpone, así es cuando tú escapas de mi vista y el juego pierde al oponente y confesor.

Yo era un hombre bueno, si hay alguien bueno en este lugar. Pagué todas mis deudas, pagué mi oportunidad de amar. Mientras me quede aire, calor nunca te va a faltar. 

La mierda se esconde debajo de la almohada como un niño que cree tener un diente de leche cuando sólo tiene caries. El Ratón Pérez era capitalista. Mi dentista dice que tengo una dentadura perfecta, yo le creo mientras me siga dando caramelos de limón con sal. Se queda ahí bajo tus sueños y sabes que apesta, pero no tienes como alcanzarla o sacarla ahí para que no interrumpa el sueño. Te pudres con ella y así conservas a tus demonios o los demonios se quedan contigo. Conversaciones nocturnas en la imaginación de los ositos sin relleno. Viento del sur, oh lluvia de abril. Quiero saber dónde debo ir. Volteas a la derecha, a la izquierda, te sacas el polo para limpiarte el sudor que corre limpio por tu espalda, te quedas desnuda en posición fetal. La oscuridad no te habla y te tiene tendida en una esquina como un animal muerto, como una piel de esas que sueles poner en la casa para ganar estatus social. Aplacar lo oscuro mientras sientes como algo o alguien te jala la oreja derecha que no limpiaste bien en la mañana. La caca, la suciedad, el remordimiento, los sueños, la piel, el pensar dos veces o el no pensar las cosas que haces. Arriesga, despierta, duerme pero no calles. El té se enfrió en la mesa de noche y la noche a ti te heló el alma.

Por eso siempre pido iced tea. 


domingo, 16 de noviembre de 2014

La PUCP


He intentado escribir en los últimos meses sin encontrar algo que realmente termine por convencerme. Tengo quizás diez entradas sin publicar y así estarán, hasta que algo en mi corazón se active y me lleve a esa desenfrenada obsesión que tengo por escribir en la servilleta, en la esquina del libro recién comprado, en la zapatilla, en la mano, en cualquier superficie disponible. 

El primer día que llegué a la universidad, como muchos, no tenía amigos. Ya incluso en diciembre, Bertha sostuvo que los venados eran mis mejores amigos #ForeverAlone. Mi relación con la PUCP había sido corta. Fui una vez en mi visita con el colegio, un par más para la presentación de bandas escolares en el polideportivo, una con Rodrigo Santos para tomarme la foto con el TI en la que descubrimos la capacidad de la S para producir nauseas y una última para mi bienvenida de cachimbos, donde tuve la oportunidad de conocer mejor a Ber. 

Por cosas de la vida, tuve la genial idea de hacer Bachillerato. Así que a diferencia de muchos, ninguno de mis salones tenía cachimbos. Pronto descubriría que eso impactaría en mi "T" y que todos estaban más avanzados que yo. Mi primera clase fue "Fe y cultura actual" con el Gallegos en el L-220. Llegué super asustada, me senté en la quinta fila y le pregunté al chico del frente mío tres veces si esa era la clase correcta. Asumo que entendió que era cachimba porque después se volteó y me quedé sola, haciendo mi crucigrama. 

La clase fue entretenida y bastaron un par más para hacer mis primeros amigos. Mi gran amigo Marco que hoy ya casi termina sociología; Renato a quien de vez en cuando me encuentro y siempre me provoca una sonrisa y Gabriela, que siempre resolvieron mis dudas de cachimba pérdida. Luego de ello, entré a Argumentación con Del Valle. Ese curso lo llevaba con alguna gente de mi promo así que no sufrí mayor problema. Me acuerdo claramente que Viviana me dijo que había conocido a una amiga de IB que iba a Ciencia Política. Su nombre era María Gracia y tardaron tres años para que se convierta en una de mis mejores amigas. Al finalizar la clase nos dijeron que teníamos que sacar copias. Hicimos cola de media hora, preguntamos y nos perdimos en el desorden de grapas y papeles hasta que poco a poco fuimos entendiendo esos detalles de la vida universitaria. Mis cursos ese ciclo incluyeron también Argumentación con Del Valle, Realidad Social Peruana con Nelson Manrique, Lógica con Diógenes Rosales y Comunicación Social con Gargurevich. 

El resto de mi semana transcurrió tranquila. Un día hice una siesta de tres horas esperando mi primera práctica de lógica con Luz, el mundo se olvidó de decirme que la primera semana no había prácticas. Otro día intenté comprar un básico. Por las huevas, aún no tenía TI. La segunda semana fue un poco más sencilla, conocí algo más a mi T y aunque no llevaba ninguna clase con ellos, intenté hacer un esfuerzo por integrarme. De más está decir que tema de conversación no tenía y que la primera pregunta que me hacían era ¿Y por qué estás en nuestra T? Un par de semanas más y ya almorzaba con Jimena, Sofia y Valeria en el Dolphin Snack de Ingeniería en donde la milanesa con ensalada era un clásico. Una más y ya hablábamos sobre algunas cosas de nuestras vidas. El ciclo se encargó de enseñarme que había un elemento de mi T que aún no había considerado lo suficiente: Josemanuel Ramirez Rojas, más conocido como el prostático. 

Tengo mucho que agradecerle a ese csm porque me permitió conocer a gente maravillosa y con los que al menos por dos años, me mantuve muy unida. Y a los que hasta ahora, me atrevo a decir, les guardo un cariño inmenso. Por Josema me acerqué más a Bertha, por Josema conocí a Renato, Andrea, Gian Carlos, Maki, Mafe, Majito, Chato, Gus y pronto fundamos El Arbolito #HappyTreeFriendsPUCP. Infaltables los jueves culturales de chifa, los puchos compartidos en el pareo que Andrea y Maki siempre traían, los juegos de cartas, las celebraciones cumpleañeras. Por Josema, entendí que Elos no era sólo un lugar para comer sino también un espacio para tomarse un par de chelas. 

Bastó un ciclo más para conocer a Micaela y a acercarme a Maria Pia Carrasco Gadea, a quienes realmente aprecio muchísimo. Ellas dos me mostraron que tenía esta extraña costumbre de ir disfrazada a la universidad (Granjera, Darks, Amish). A Micaela la conocí en el Café Cultural mientras estudiaba con Ana Paula y Ramiro para su examen de lógica.Nos hicimos cercanas porque mi prima era una de sus mejores amigas y pronto nos volvimos hermanas también. A Mica le debo el apodo de Mariah y todos sus otros derivados. Asumo que es el karma por ponerle a Renato un apodo tan raro como galleta o por decirle que huele a pino. A Mariella la conocí por Alexa, que también es de mi cole, y desde que la conocí me di cuenta que era una persona muy excéntrica. Se pasó media hora buscando su nextel negro con tapa hasta que lo encontró en su bota. Siempre le pasaba algo gracioso que me hacía reír con ella y también de ella y creo que eso no ha cambiado. La abuela, la señora de EEGGLL 2011, sigue reinando ahora en Derecho. Según ella ya no explota su cargador o pierde sus llaves pero ambas sabemos que las cosas no cambian tan fácilmente. 

Tengo muy buenos recuerdos de mi tiempo en Letras. Llegar a las 8 de la mañana y encontrarme a Josema leyendo el periódico o a Plinio y Víctor hablando. Escribirle a Juan Carlos para ir a fumar un pucho, así lo conocí y así siempre está en mi mente. Buscar a Galleta para inventar teorías de cosas algo estúpidas pero divertidas al fin y al cabo. Molestar a Gus por no tener nextel y cambiar a movistar cuando porfin lo tuvo. Reírme del spanglish de Ana Paula. Iniciar mi amistad con Mafe por nextel y que siempre este dispuesta a darme cariño y consejos. Esperar a Andrea para que me jale hasta el Mc Donalds de Guardia Civil y dejarle notitas divertidas en su agenda. Invadir la casa de Ber y sorprenderme de su familia y de los sostenes 38 b que una vez trajo su madre. Recibir los abrazos de Gian o pasar los jueves culturales bailando en los pastitos porque nunca nos gustó invadir mucho la rotonda (Salvo cuando los eventos de OPROSAC me llamaba y desaparecía). Y sobre todo, ir los sábados a casa de Gus para ver a los chicos jugar play, jugar monopolio, comprar trago o que Renato use el sombrero de bombero de Gus es partes inapropiadas.

Como me gusta decir me agradan las personas bizarras de esas que explotan su cargador (Dos veces) en la Biblioteca Central y no tienen mejor idea que escribirte antes de reaccionar, que tienen una familia digna de un cuento de García Márquez (Los Buendía debieron llamarse Prieto Mendoza y andar en vestidos de Batman), sostienen conversaciones sobre la posibilidad de instaurar un túnel subterráneo debajo de EEGGLL o crean mundos paralelos en el segundo piso de Juan Bielovucic. 

Letras también me lleva a OPROSAC. A mi taza que aún sigue en la oficina, a mi primer día cuando Natalia me dijo ¿Puedes poner el panel bonito? Y me di cuenta que mis habilidades artísticas eran nulas y creí, por un segundo, que me iban a botar. También me recuerda a Yannis poniendo los Beatles mientras armábamos paneles, a Jimena y nuestra aventura en el Centro antes de la Semana Cultural, a Manuel Monteagudo con sus historias divertidas, a Elody vestida de cusqueños, a Rafael que me odió cuando le malogré su juego y a muchas otras personas y a Mauricio quién aún se queja de haber sido excluido. Mis dos años en OPROSAC me dieron definitivamente otra idea de la universidad, una comprometida con la coyuntura nacional, una que incentiva la responsabilidad social y la cultura. 

Mi segundo año fue masomenos similar. Me alejé de algunos amigos y me acerqué a otros también. Ese año Micaela, Katty y yo logramos acercanos muchísimo y me alegro que eso no haya cambiado hasta ahora. En parte fue porque llevé Historia del mundo Antiguo Medieval con Katty #CrespoLovers pero también por otras cosas. Por razones que aún no entiendo conocí a toda la T de Esteban (te amo csm) y a todos sus cachimbos. El 2012 son los años de las concentraciones en la rotonda a las 6:00 pm., los previos en Cabañita, las las noches en Luz Roja, los karaokes en Calle Esperanza, los arroches en Hunter cuando la chela estaba dos lucas y no iba nadie, el tour básico de: Tizón-Tábano-Hunter, el vino gato rendidor. Quizás los fines de semana más felices con la gente de siempre y los planes inesperados y locos que se nunca se acababan. No puedo dejar de mencionar el club de los Cagavidas (Aka personas que perdieron su dignidad al conocer a Josema) y con ellos las tardes en la casa de Miroslava y la habilidad que tenemos para sacarnos tantos trapos sucios en un segundo. Justo ayer, haciendo previos para la Fiesta Roja, empezamos a recordar muchas cosas y bastaron 10 minutos para que los amigos de Miros conocieran su otra faceta. Algo así como el árbol "genealógico" que teníamos de todos los agarres en Letras. #TrueStory

Despertarme los domingos temprano para avanzar con el proyecto de superhéroes peruanos. Melissa, Alvaro, Claudia, Mauricio y Andrea, tantas personas que nos metimos a sacar esto adelante, a comprar los materiales temprano, a vender rifas y polladas y a vencer el cansancio/la resaca/la vida sólo por llevarles un poco de alegría a los niños.

Definitivamente salir de letras te aleja de varias personas. Ya no compartes clases, te vas a una facultad más alejada, los almuerzos ya no coinciden, los círculos de amigos se transforman y en mi caso, mi paradero es el puente y no Católica, Sin embargo, cada vez que regreso a letras me embriaga una nostalgia especial por todo lo que aprendí en sus aulas y también por todos los amigos que conocí dentro y ella de fuera.

Ya llevo dos años en facultad y me asusta la idea de terminar en un año y medio. Afortunadamente, muchas de mis buenas amigos están en Sociales, otros nos visitan y otros no están tan lejos (Salvo por el muro de Game of Thrones que a alguien se le ocurrió poner entre Derecho y el resto del mundo). En facultad he podido también conocer grandes personas, a algunas más y a otras menos, y a cada una la quiero de forma distinta. Las clases sin joder a Moroco (O en general la presencia de Moroco) o escuchar sus comentarios fachos no serían las mismas, los abrazos de Diana Flavia y María Gracia que en las mañanas me cambian totalmente el humor o los detalles que tiene Sergio cuando viene con empanadas o soporta mis bromas sobre su redondez. Politai con sus innumerables eventos, con el estrés de no dormir a diario pensando como llegar a tu cuota y las inmensas oportunidades y capacidades que desarrollas en ella.

Le dedico muchas palabras a Letras y no tantas a facultad porque aún es una etapa que no cierro. Pero hasta el momento todo suena prometedor. Estas últimas semanas me han unido un poco más con la gente de mi facultad, a tal punto que he vuelto a jugar fútbol por el Zoon Ethilikon. También me han servido para conocer a gente de otras especialidades y puedo decir, que han sido días llenos de amor y cariño. Mención especial la tiene Hugo André Rimarachin, un individuo que apareció del aire y que aunque no está en Sociales, ha marcado mi año enormemente.

Definitivamente la PUCP ha transformado mi forma de pensar. Me ha convertido en una persona muchísimo más tolerante, plural y ha contribuido enormemente en este proceso extraño de encontrarme a mi misma. Algunos amigos me preguntan como hago para estar metida en tantas cosas y se ríen de mis transformaciones continuas durante la semana que implican sacarme mis amadas converse y reemplazarlo por vestidos o sastres. Siempre me han gustado las actividades extracurriculares porque me permiten comprometerme con cosas, conocer distintas perspectivas y contribuir con algo, alguien. Creo que aunque a veces me queje con Mamá Marcia de que estudio muy lejos, he escogido la universidad correcta y dentro de ella, he conocido también a verdaderos amigos.