domingo, 14 de octubre de 2012

ajá

Sí, definitivamente fue una quimera, o dos o quizás tres, ya perdí la cuenta.
En la intimidad se descubre el misterio, la razón o el vacío.
Creo que fue más de lo último.
Y digo más, porque todo fue un sin sentido.
Ninguna palabra, ninguna.
Todas son construcciones.
Siempre, siempre lo mismo.
Que inútil
Cuatro meses
Y ala mierda, aún vienen más.
Qué macabro.
Ojala algún día mueras, que se la beban, total lo naturista está de moda.
Arrancarte los sesos, reventarte las venitas del cerebro.
Eso es. La sangre azul.

jueves, 11 de octubre de 2012

Bon apettit

Dos días y ninguna palabra
¿Cuando volverá la infancia gatuna?
Es como si el alma te amarrara la boca
Como si hablar hundiera un poco más el clavo que llevamos en la espalda
El clavo, que, a veces rosa, a veces crochet.
Reposa en la amargura de tus dientes amarillos
Y retuerce los sueños ya jorobados por el tiempo.

Ya no tengamos vergüenza.
Ni dolor, ni aspirina,
Dejemos los zapatos en la puerta de la casa,
Mirémonos a los ojos, de frente y de salida.
Y es que tu cabeza gacha es un garfio que despedaza el silencio
El motivo, la charla.
Tu cabeza un jardín de melancolía
Y mi saliva un elixir frío que raspa la piel
Y así seguimos, desafiando el tiempo
Mientras la noche nuevamente nos cae encima
Con sus pinceles improvisados,
En esa sala vacía que tantas veces nos vio llorar.

Tengo miedo.
De ser sólo una ajena fragancia a la hora de la cena.
Un mordisco de pan tieso sobre el mantel
He visto al niño de la esquina llorar migajas de papel,
Deambular entre fotos familiares,
Y diluirse en las lenguas serpentiarias,
Que se alzan azarosas en los recuerdos del pasado
Y lamen las heridas de la despedida


No quiero eso.
Te has perdido en mis ojos vacíos
En las hendiduras de mis labios violentados por la palabra
De este miembro muerto que cuelga sobre el rostro
Y se rompe en las caderas de tus amonestaciones.
Pequeño, microscópico, objetivos y oculares
El cuerpo yace retorcido,
Cae sobre el suelo.
Y el frío me abraza como a un niño desnudo.
Como a un hijo que nunca sació el hambre de sentir.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Mierda.

Se acabó ese juego que te hacía feliz.

Se acabó. Uno que cree en las coincidencias, en esas cosas que se leen junto al café de la mañana y las pantuflas perdidas. Y son tan solo una invención más de la imaginación que cuelga bajo el brazo. Los lugares, los encuentros casuales, la estadística, probabilidad del evento (A) sobre un espacio que no recuerdo. Pero así es, la mente fabrica más de lo que observa, las cosas que son pueden pretender ser al mismo tiempo.

Sí se puede querer a aquello mismo que te perturba.

Y uno es masoquista y no sabe jugar gun bound. Si se puede querer porque lo necesitas, porque te cuesta renunciar, porque es una dependencia dolorosa y necesaria, el sabor agridulce que queda en la boca luego de apagar el último cigarrillo. Te pasas la vida analizando a la gente y es gracioso que no puedas empezar contigo misma. Crees que te conoces, pero no sabes ni si quiera tu nombre. La identidad de escapa de las alas, te ves bailando ballet sobre su sangre. Sabes que existe, pero no lo admites. Sabes que aparece, pero no quieres verlo. O quizás sí, pero no quieres saber en qué puede acabar eso. Te da miedo, te cagas de miedo. Desear no siempre es bueno, los pedidos últimamente se cumplen muy a menudo y cada vez me asusto más del poder de la mente. Lo perturbador atrae, exalta pero también mata, hace temblar el ápice de las espinas que yacen sobre el cuerpo. Y a ti no te gusta el pescado, y es como si todo fuera más rápido, como si estuvieras apunto de perder el control. Por algo aún no sacas brevete, por algo, ojala se te vayan los frenos. Ojala se te vaya el alma de una vez, deberías dejar de apretar el cinturón de seguridad por algún día en tu existencia. Sólo un día, el monstruo no tiene que salir de nuevo. Ya está amaestrado ¿En serio crees que lo está? Te vas en floro. En serio.

Tranquilidad,
Un ambiente mágico y sexual
Unas manos cálidas que bajan por tu pelo, que cogen tus hombros y los tiran para atrás, que alivian ese dolor que tantas veces te hinco esta mañana. Es difícil volver al equilibrio, evitar el aborto. Es cierto que las heridas duelen, es cierto que la soledad esgrime su mejor jugada cada fin de semana. Que las personas no responden ya por su nombre, que son más las espaldas vacías que los ojos los que ves últimamente. Son tantas cosas las que una arriesga ¿Y qué obtiene a cambio? Un aplauso, un hálito de bilis, una mordida en el esternón. (No, yo no tengo cicatriz).


Y la gente camina loca, ríe, se coge contra las mismas cadenas que tantas veces azotaron sus torsos desnudos. Yo no puedo evitar esbozar una sonrisa mientra todo pasa, mientras todo sube a la cabeza y baja de golpe. No puedo evitar un pensamiento psicópata, me perturban las personas con caras de ojos de peluche, pómulos glucosos, miradas perversas y tanto relleno que sacar de las manos.

Algo de pena, ¿Por qué? ¿O es que acaso las cosas no son todo lo contrario a lo que uno quiere?

El sudor empapa las ideas, el acto, el silencio.
El sudor y tantas cosas
Yo ya he vuelto a lo mismo
Todo es redundancia en esta boca, absolutamente todo.
Pensamientos en español, en idiomas que son de otro país.

Caminábamos sin buscarnos pero sabiendo que caminábamos para encontrarnos.

Caminábamos, caminabas, hoy camino.

Sí, sí debo salir de la melancolía. La pregunta es ¿Cómo?
A veces me pregunto si se puede abandonar todo lo que se acarrea o todo esto que escribo es una excusa para no verme más débil. Tomar una decisión, o dos o tres,

Me doy risa, en serio me doy risa.
Las promesas de hace un año se desvanecen de nuevo, los discursos elaborados son cedidos a mis dedos golpeando el teclado fuertemente. Como si nunca podremos tener elefantes de guerra, como si nunca antes los tenedores hubieran sido tan útiles. Las hojas bond. El hambre vomitiva. Las arcadas de un cuerpo con ataques nerviosos cada vez que pasa lo mismo. El cuerpo se agota, el radio se cansa, las caderas aflojan y las luces caen encima.

"Con los ojos cerrados me ves mejor.
Yo comprendo tu llanto, la vida y el dolor
Como amo sus caras aunque a veces me den temor"
Tus canciones son precisas, tan perfectas, tan hediondamente cierto.

Bueno, supongo, ¿no? (Risa)
No, no sé (Risa II)
Pasas otra vez.
Huida.