domingo, 23 de septiembre de 2012

Euforia lejana

"No quiero conocer a nadie. Quiero salir a ver la calle"

Que bonito es todo esto, la fotografía perdida de una euforia lejana. Como una instante grabado, la extensión de un cuerpo desvencijado por el tiempo que aparece reluciente en un lente empañado. Cuanto pueden decir las palabras, las manos atrás de la espalda y el caminar apresurado. (Dicen que camino gracioso, yo les creo). La postura, "mitad despierto, mitad dormido" los ojos mudos, oídos abiertos.

Las risas aterrizan de ambos flancos, yo me vendo por un poco de acelga mientras veo las caras tristes por la partida, barrigas relucientes y fotogenicas. Señale aquí, palpe acá. Yo nunca sé si podré verlos de nuevo. Me recuesto en tu vientre y es como si todo sonriera de nuevo. ¿Sabes? Soy un pequeño niño al que nunca le sacaron las caries. En mis piñatas nunca hubo dulces, ni globos, ni serpentinas. No, nada de eso. Al menos no que recuerde, al menos las cajitas felices no me saben a ti. 

La mañana arranca temprano, me come de a pocos. El desayuno se enfría, la madre grita por dios y por todos los santos que no conoce. Posiciones fetales que quedan constreñidas al borde de la cama, el primer paso sobre la luna, cinco minutos de fama y diez de olvido. Un ovillo de lana garfieldsiano. Medias sucias que se pierden bajo las piernas, teorías conspirativas de objetos que desaparecen para reaparecer. Últimamente me gusta dormir con la misma ropa, leve negación del pasado, mismo olor a pediatría. Me babeas la espalda, el codo, la mano de peluche sin relleno.

Hablando en serio, todos ustedes amanecen muertos, son de colores. Imagino que se rinden a placeres sexuales cuando las luces están apagadas. Digamos que un sentido personalista, autoritario, paternalista y todas las listas de palabras raras que se me ocurren cuando paso la puerta. Rabia de algodón.

Sus dientes se perdieron bajo mi ombligo, mis llaves en algún lugar lejano  (Candado roto).
Mis ojos tienen luces direccionales, nunca aprenderé a manejar.  
En un microscopio electrónico te veo mejor. 

Ser parte, lo tuyo es punto y aparte. Mirada seductora, diente torcido (En serio, debo ir al dentista). No, lo tuyo no es nada. Son tan solo puntos suspensivos, cadena de puntos, polímeros y aminoácidos, homicidios ortográficos secuenciales. Tirar una piedrita en el papel y splaf, splaf... que salte como en la lluvia... vuelve a sonar y cae. Así es lo tuyo, nunca aterriza. Nunca aterrizas. 

Ajá, pero claro obvio que lo entiendo. Y Lacan y Foucault, cuando la vida es más sencilla. Sí, perfectamente, nombres raros, largos y cumbrascosos (Y Linton y Earnshaw y o eras muy puta Catherine o no tenías identidad,) Lo que pasa es que todo da vueltas, es como si algo estuviera al revés, como el transportador que no apareció en mi examen de estadística, como si el moldimix hubiera dejado de pegar. La negación puede también ser aceptación, los días rojos y las promociones ideologizadas. Cerrar puertas y romper ventanas, siempre encuentras una forma de entrar. Sí y claro, los enfermos nunca terminamos ni terminaremos de curar ¿Hipocondría espiritual? Siempre quise aprender a tocar violin. 

La noche se cierra, el hambre es una armonía mortal, el mismo vaso de leche caliente que no sabe, la misma cuchara que se hunde en el paladar (Película asesina: Torturas con el vaso de leche) Sus palabras son ya muy distintas, sus risas un eco leve que causa cosquilleo en la profundidad de las costillas. Todo esto carece de sentido, ¿Profesor de lógica, por qué no me jaló? Un brindis y un regalo, un adiós y una pitada. La cama nos hacía una invitación. Secuela de la primera mirada seductora. Ponle like huevona. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario